jueves, 24 de noviembre de 2011

fANTASMAS EN COLEGIO - ARGENTINA

Alumnos durante el día, fantasmas por la noche



Una nena está detrás del vidrio.(Efectoanimas ve dos niñas detras de la puerta)
Cronica.com.ar estuvo en un colegio de Monserrat, donde extrañas presencias aparecían cada vez que caía el sol.
Cualquiera podría imaginarse un día común y corriente en un colegio tipo de la ciudad de Buenos Aires: la alegría de los chicos al salir al recreo, las nenas inventando canciones mientras saltan a la soga... A simple vista, todo parecía normal en esta institución del barrio porteño de Monserrat. Pero cuando llegaba la noche, las cosas cambiaban.
Vecinos y cuidadores vivían atemorizados por extrañas presencias: sombras que me rodeaban por los pasillos y un ascensor que se detenía solito en el tercer piso. ¿Algo más? Sí, sólo un detalle “menor”: el fantasma de un nene que aparecía en una de las aulas y se ponía a escribir en el pizarrón.
Armamos todo el equipamiento en el cuarto piso del colegio. De pronto, comenzó a escucharse música. “¿Pueden apagar eso?”, pidió por handy uno de los chicos. Pero la respuesta no fue la que esperaba: “No sabemos de dónde viene”, aseguraron los demás para sorpresa de todos.
A esa altura de la noche nada de eso nos interesaba. Aquellos eran simples detalles comparados con nuestro objetivo principal: contactar nos con el nene que escribía en el pizarrón. Habíamos hecho la tarea.
Sabíamos que un alumno de 13 años había muerto de leucemia hacía un año y según las descripciones, sería él quien se rehusaba a abandonar “el cole”. Pero, ¿por qué? “Hay que humanizar estas entidades. Sigue tratándose de un niño. Imaginate que de pronto ya no tiene cuerpo, no sabe cómo controlar lo que le pasa, extraña a su familia... ¿Cuántas cosas dejó en la escuela? Quizá a su primer amor, tuvo su primer beso ahí...”, explicó el presidente de la Asociación Civil de Estudios Paranormales y Ciencias Alternativas (ACEPCA), Ariel López.
Por eso nos fuimos con la tranquilidad de saber que ningún espectro maligno invadía la institución. Nos tomamos un rato para analizar las imágenes logradas y ahí fue cuando se nos pusieron los pelos de punta.
No era uno, si no dos los fantasmas. Los espectros de un niño y una niña, en diferentes fotos, nos regalaban de forma muy nítida la evidencia que fuimos a buscar. Prueba superada.
Pasaron los días y una maestra se encontró una nochecita con el fantasma del chico, escribiendo en el pizarrón. Ya le había pasado otras veces, pero es ta vez no le tuvo miedo: “No te preocupes, sentite como en tu casa... podés quedarte el tiempo que quieras”, le dijo la docente con mucha ternura, como si le hablara a su alumno favorito. Fue la última vez que se lo vio. Pudo ir se en paz.
cronica.com.ar

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