jueves, 19 de julio de 2012

LA VAMPIRA DE BARCELONA

Enriqueta, La vampira de Barcelona...
Enriqueta llevaba una doble vida. Durante el día mendigaba y pedía en casas de caridad, conventos y parroquias, vistiendo harapos y llevando en ocasiones niños de la mano que los hacía pasar por sus hijos. Posteriormente, los prostituía o los asesinaba. No tenía ninguna necesidad de mendigar ya que su doble trabajo como proxeneta y prostituta le daban suficiente dinero para vivir sin problemas. De noche se vestía con ropas lujosas, sombreros y pelucas, y se hacía ver en el Teatre del Liceu, el Casino de la Arrabassada y otros lugares donde acudía la clase acomodada de Barcelona.

El 10 de febrero de 1912 secuestró su última víctima: Teresita Guitart Congost. Sería una vecina cotilla, Claudia Elías la que encontraría la pista de Teresita. El 17 de febrero vio una niña con el cabello rapado mirando desde un finestrón del patio interior de su escalera. El piso era el entresuelo del número 29 de la Calle de Ponent. La señora Elías nunca había visto a esa niña. La pequeña jugaba con otra criatura y Claudia le preguntó a su vecina cuando la vio aparecer por la ventana si esa niña era suya.

El 27 de febrero, con la excusa de una denuncia por tenencia de gallinas en el piso, el brigada Ribot y dos agentes más fueron a buscar a Enriqueta que se encontraba en el patio de la calle de Ferlandina. Haciéndole saber la denuncia llevaron a la asesina hasta su piso. Ella se mostró sorprendida pero no opuso resistencia, probablemente para no levantar sospechas. Cuando entraron los policías, encontraron dos niñas en el piso. Una de ellas era Teresita Guitard Congost y la otra una niña llamada Angelita.En una segunda inspección del piso, se encontró el saco del que hablaban las niñas, con ropa de niños llena de sangre y el cuchillo. También encontraron otro saco con ropa sucia pero que en el fondo tenía huesos humanos de pequeñas dimensiones, al menos una treintena. Los huesos tenían marcas de haber estado expuestos al fuego. Encontraron también un salón suntuosamente decorado con un armario con bonitos vestidos de niño y niña. Este salón contrastaba con el resto del piso que era de una gran austeridad y pobreza y donde olía mal. En otra habitación cerrada con llave encontraron el horror que escondía Enriqueta Martí. En ella, había unas cincuenta jarras, potes y palanganas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabellos de criatura, esqueletos de manos, polvo de hueso...Pero Enriqueta nunca llegó a juicio por sus crímenes. Un año y tres meses después de su detención y pasada la indignación popular, llegó su muerte. Sus compañeras de prisión la mataron linchándola en uno de los patios del penal.

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