DE PRONTO, DE ENTRE EL HIELO SURGIO UN BARCO... CUYA TRIPULACION ESTABA EN CUBIERTA... INMOVIL
El 22 de septiembre de 1860, el capitán Brighton del ballenero “Hope” anotó en su cuaderno de bitácora que habían dado caza a una ballena hasta el límite de la barrera helada de la Antártida, pero había logrado escapar. Una hora más tarde Brighton hizo otra anotación en el cuaderno que dejaría impresionados y perplejos a los conocedores del mar.
Acababa de subir a cubierta cuando la enorme muralla de hielo empezó a desgajarse con gran estruendo y los acantilados de hielo se precipitaron al mar. Afortunadamente, el “Hope” se encontraba a unos cien metros de distancia y estaba a salvo de los derrumbes.
De pronto unos tripulantes exclamaron y señalaron con pavor; acababa de aparecer lentamente un barco, del interior de una de las brechas abiertas en la pared de hielo. La jarcia de esta aparición estaba recubierta de hielo y nieve, las velas no eran más que unos jirones congelados y el barco estaba gravemente dañado, pero seguía a flote.
Lo que había espantado a los hombres de Brighton era la tripulación de aquel naufragio flotante: siete hombre de pie, envueltos en una capa de hielo tan duro como el acero, como si se trataran de estatuas de piedra. “¡El holandés errante!”, exclamaron con terror algunos tripulantes del “Hope”, pero el capitán Brighton les tranquilizó.
Pidió un bote para acercarse a investigar; subió a bordo y exploró el barco en busca de alguna pista. Cuando abrió el camarote del capitán, se encontró con un hombre sentado frente a su escritorio, con una pluma en la mano para escribir en el cuaderno de bitácora; se trataba sin duda del capitán de la embarcación siniestrada.
Brighton le dirigió algunas palabras pero el hombre permaneció callado, ya que estaba muerto y congelado hasta la médula. Entonces el capitán Brighton consultó el cuaderno de bitácora: el barco era una goleta inglesa llamada “Jenny”, que había recalado por última vez en el puerto peruano de Lima.
La ultima anotación afirmaba que “llevamos 71 días sin comida. Soy el único que queda con vida”. La anotación estaba fechada el 4 de mayo de 1823. La goleta “Jenny” había pasado alrededor de treinta y siete años atrapada y comprimida por las paredes de hielo en la orilla de la Antártida.
En otro camarote hallaron el cuerpo de una mujer, perfectamente preservado como los demás tripulantes por el gélido clima de aquella región. Los tripulantes del “Hope” organizaron un funeral marítimo por los nueve fallecidos y a su regreso a Inglaterra, el capitán Brighton entregó el cuaderno de bitácora y relató a las autoridades navales la insólita historia de la goleta “Jenny”, prisionera del hielo.
Interesante y sorprendente historia, que se recoge en el libro "Mitos y leyendas del mar", de Peter D. Jeans. .
Fuente: exapamicron
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