Penas y Aparecidos en Lima de antaño
Lima es una ciudad muy antigua. Y como tal,
esta llena de leyendas y supersticiones. Sin embargo, la vida moderna ha dejado
en el olvido estas historias, recordamos solo al cuco con el que algunas madres
asustaban a sus hijos que se portaban mal. Sin embargo, hay muchas mas historias
de este tipo, que pasan de boca en boca y se mantienen en el imaginario de la
ciudad.
Es durante la colonia donde la oscuridad de las
calles y las convulsas etapas de guerras civiles y muertos en las calles, que
crearon el temor en las personas de entonces, que ante cualquier hecho
inexplicable y muy arraigadas a las creencias religiosas del infierno y el
purgatorio, lo atribuía a un alma en pena, en busca de salvar su alma y ascender
al cielo en olor de santidad. Pero es también en el siglo XX donde estas
historias siguieron aumentando el imaginario popular.
La Piedra Horadada
La historia que muchos conocemos, es la que nos
cuenta Ricardo Palma y la historia del diablo que haciendo de las suyas por esta
zona, al ver una procesión que se acercaba, abrió este hueco en la piedra para
poder huir. Sin embargo, aun hoy muchos vecinos cuentan que algunas madrugadas
ven procesiones de personas caminando por la calle del Suspiro y desaparecer
cuando llegan a la piedra en mención. También cuentan de un caballo blanco
arrojando fuego por la boca y que también desaparecía al llegar a la citada
piedra.
La leyenda de la viuda negra
En Lima de los años 30, ocurrió un suceso que
paso de boca en boca por todos los vecinos de la calle Las Cruces, en el Jr.
Huanuco. Un joven vecino de la zona, muy parecido y codiciado por
las jóvenes casaderas de la época, en una ocasión que se encontraba paseando
cerca se encontró con una dama muy guapa y que lo impacto a primera vista.
Sostuvieron una charla amena y al entrar en confianza la dama lo invita a
quedarse con ella en su casa esa noche. El, muy entusiasmado acepta y al llegar
a la casa de ella queda impactado por la elegancia del lugar. Le llamo
la atención un cuadro colgado en la pared, en el que se encontraba ella vestida
de matrimonio con su esposo, hacia años que habia enviudado, le dijo ella a el
cuando cuando le pregunto al respecto. En la madrugada, y después de haber
estado con ella, el se despierta muy aturdido y sale del lugar hacia su casa,
sin noción de donde estaba o que había pasado. Al día siguiente, ya repuesto
recuerda todo y nota que había dejado su reloj de oro debajo de la almohada en
la casa de la dama, de modo que se dirige allá para recogerlo, al llegar al
lugar solo habían matorrales y casas en ruinas por el transcurso del
tiempo.
Se dirigió a una comisaria cercana y pidió que lo acompañe un policía. Al llegar se armo un alboroto, pues los vecinos alegaban que nadie vivía allí, solo una señora vecina del lugar contaba la historia de la viuda que a veces aparecía andando por ese lugar. Al fin, logro el hombre encontrar su reloj debajo de unos adobes que le habían servido como almohada, quedo tan impresionado que tuvo que ser internado en un hospital psiquiátrico.
De ella también es la conocida historia de los taxistas que recojen una mujer guapa en el camino y que al pasar por el cementerio desaparece del auto.
El cura sin cabeza
Había un curita de la
iglesia de Santa Clara en los Barrios Altos, que le gustaba sacar camarones
del río Rimac. Pero en una ocasión la fuerza de la corriente del caudal le hizo
perder el equilibrio y cayó sobre una piedra muy filuda partiéndose el cuello,
su cabeza rodó entre las piedras y fue arrastrada por la
corriente. Aquí empieza la leyenda: dicen que como el curita era un buen
nadador, logro alcanzar su cabeza pero no pudo colocársela bien.
Entonces subió a la ciudad en busca de auxilio, toco muchas puertas para que lo
ayudaran, las personas al salir y ver quien era quedaban paralizadas de miedo,
daban un grito e instintivamente cerraban la puerta. El curita andaba con la
cabeza entre los brazos, como si la abrigara. Un buen día cansado, se durmió en
la orilla del río y la corriente se llevo su cabeza, el sueño se le quito porque
se fue con la cabeza, sintió frío y se levanto, desde entonces caminaba
desorientado. Dicen que iniciaba su recorrido en la calle Pejerrey, salia por el
costado de la iglesia Santa Clara hasta la plazuelita, unas veces tomaba por
Trinitarias y se perdía detrás de la iglesia, tras iba por la calle Las
Carrozas, cruzaba el Martinete en dirección al río y desaparecía.
El jinete decapitado
La famosa Quinta Heeren es uno de los principales patrimonios históricos de los Barrios Altos, esta quinta fue antiguamente un criadero de caballos. De las muchas leyendas que se cuentan de este lugar, esta la de un personaje decapitado que aparece haciendo ruidos durante las noches, montando un caballo y arrastrando pesadas cadenas. Según los habitantes de la quinta, el jinete de las pesadas cadenas fue un español que vivió allí, este sujeto fue acusado injustamente de herejía y de ser hechicero ante la Santa Inquisición por personas que vivían por esos lugares. Esta institución lo sentencio sin probar su culpa, por arreglos con un vecino del lugar.
Lo sentenciaron a ser decapitado muy joven aun, pero el español momentos antes de su muerte, maldijo el lugar jurando permanecer e el lugar toda una eternidad como venganza. Es por ese motivo que los vecinos piensan que el alma del español permanece en el lugar haciendo ruidos y apariciones extrañas por las noches, cumpliendo su promesa de venganza. Actualmente los habitantes de esta quinta están acostumbrados a tan sorprendentes apariciones y oír dichos ruidos. Estos sucesos que a mas de un visitante asombra, no son cosa rara para los que viven allí.
Permanecer en la quinta durante las noches puede ser una experiencia inolvidable, quizás se pueda escuchar los ruidos del caballo y sus cadenas transportandonos a la época del dominio español, donde la espiritualidad sin escrúpulos llevo a cabo la tortura de un joven acusado injustamente de hereje.
La otra calle de La Manito
Conocida es la historia de la Calle de la Manito en la Av. Tacna, que Ricardo Palma nos cuenta acerca de una mano que parecía llamar por las noches a quienes pasaban por allí, después se descubrió que era un trapo enredado en un poste, que a la luz del candil y movida por el viento nocturno daba esa sensación ante los aterrados transeúntes. Sin embargo, la historia que contaremos esta ubicado en otro sector de la ciudad, en la calle de La Manito, en el Jr. Jauja en los Barrios Altos, cerca a la iglesia de Santa Clara, donde al costado existía una fabrica de colchones.
En esta calle vivía un señor viudo, con su hija soltera de aproximadamente 28 años; ella casi nunca salia por temor a su padre. Su padre, cuando salia a trabajar todos los días, cerraba la puerta de su casa con dos candados, quedando como única distracción para ella una ventana alta donde se subía por un banco para mirar la calle. Una vecina del lugar, contó al padre de la chica la amistad que tenia con un muchacho a través de la ventana. Este sospechando lo que le habían dicho, llego un día temprano (normalmente venia de noche) y se encontró con el muchacho conversando con su hija por la ventana, subido a una escalera. Inmediatamente lo hace bajar y le pide que entre a su casa donde tuvieron una larga conversación, en ella el muchacho le comenta al padre que tenían varios meses frecuentándose por la ventana y que estaba enamorado de ella y que por ese motivo le pide para casarse como corresponde.
El padre, al escucharlo lo bota a patadas quedando la niña asustada y triste. Así pasaron los meses. ella seguía sacando su mano pensando en su amigo. Un día el padre, al ver a su hija desalentada y sin ganas de comer, le empieza a gritar contestándole ella todo lo que había reprimido su corazón, el muy enojado la golpea cayéndose al suelo la hija y quedando inconsciente. la lleva de emergencia al hospital a donde llego cadáver. Este incidente histórico esta registrado en la comisaria que antiguamente tenia el nombre de Segunda Comisaria. Cuentan las personas que al pasar por allí de madrugada aparece una mano que los llama por aquella ventana.
El tesoro de Reategui
Don Luis Reategui, afamado abogado barrioaltino, vivió entre 1920 y 1930 en el Jr. Junín, muy cerca de la Plaza Italia. El era poseedor de una gran hacienda cuya extensión limitaba con lo que hoy son el jirón Conchucos, el barrio de Santoyo y alrededores. También era propietario de varias casas y fincas. Ademas de controlar y supervisarlas personalmente, tenia por costumbre todos los domingos cumplir con ese cometido muy elegantemente vestido, de acuerdo a las costumbres de la época y haciendo gala de la fortuna que poseía. Así se le veía por restaurantes y tabernas, lugares donde disfrutaba en compañía de amigos y hermosas mujeres.
Pasado el tiempo y de acuerdo a su costumbre habitual, una de las tardes domingueras llego hasta su casa un tanto extenuado por el trajín y se recostó en el diván de su sala. Se quedo dormido y en medio de su placentero sueño tuvo una visión nefasta que lo despertó de inmediato. En esa pesadilla, el se vio mendigando una ayuda a las personas que había socorrido a manos llenas, pero en su sueño estos le daban la espalda y lo ignoraban. Este sueño lo afecto mucho, se le notaba abatido y contrariado, las siguientes noches fueron de insomnio y delirio, perdió el apetito y se enfermo psicologicamente. Decidió no salir mas de su casa, todas los inquilinos y personas que le debían, tenían que ir hasta donde el, y el por supuesto, guardaba celosamente el dinero en paredes y debajo del piso y cubierto con alfombras. Al cabo de un tiempo, convirtiéndose en un decrepito personaje al borde de la locura, la gente empezó a alejarse e incumplir con los pagos.
Los amigos se alejaron en su totalidad y ni las mujeres que un día lo acompañaron supieron darle consuelo. De esto se aprovecho una gavilla de ladrones, quienes decidieron ingresar a su residencia, pero al irrumpir en el interior se llevaron una mayúscula sorpresa, el señor Reategui yacía muerto en el suelo cubierto por fajos de billetes. Aun así decidieron llevarse el cuantioso dinero. Avisada la policía encontró el cuerpo inerte en medio de un desparrame de billetes y monedas. Se dice que gran parte de sus bienes paso a la Beneficencia Publica de Lima.
Para la creencia popular, el espíritu de don Luis Reategui sigue vagando elegantemente vestido por los alrededores de los que fueron sus predios en busca de los deudores y tramposos.
Los esqueletos hallados
El jinete decapitado
La famosa Quinta Heeren es uno de los principales patrimonios históricos de los Barrios Altos, esta quinta fue antiguamente un criadero de caballos. De las muchas leyendas que se cuentan de este lugar, esta la de un personaje decapitado que aparece haciendo ruidos durante las noches, montando un caballo y arrastrando pesadas cadenas. Según los habitantes de la quinta, el jinete de las pesadas cadenas fue un español que vivió allí, este sujeto fue acusado injustamente de herejía y de ser hechicero ante la Santa Inquisición por personas que vivían por esos lugares. Esta institución lo sentencio sin probar su culpa, por arreglos con un vecino del lugar.
Lo sentenciaron a ser decapitado muy joven aun, pero el español momentos antes de su muerte, maldijo el lugar jurando permanecer e el lugar toda una eternidad como venganza. Es por ese motivo que los vecinos piensan que el alma del español permanece en el lugar haciendo ruidos y apariciones extrañas por las noches, cumpliendo su promesa de venganza. Actualmente los habitantes de esta quinta están acostumbrados a tan sorprendentes apariciones y oír dichos ruidos. Estos sucesos que a mas de un visitante asombra, no son cosa rara para los que viven allí.
Permanecer en la quinta durante las noches puede ser una experiencia inolvidable, quizás se pueda escuchar los ruidos del caballo y sus cadenas transportandonos a la época del dominio español, donde la espiritualidad sin escrúpulos llevo a cabo la tortura de un joven acusado injustamente de hereje.
La otra calle de La Manito
Conocida es la historia de la Calle de la Manito en la Av. Tacna, que Ricardo Palma nos cuenta acerca de una mano que parecía llamar por las noches a quienes pasaban por allí, después se descubrió que era un trapo enredado en un poste, que a la luz del candil y movida por el viento nocturno daba esa sensación ante los aterrados transeúntes. Sin embargo, la historia que contaremos esta ubicado en otro sector de la ciudad, en la calle de La Manito, en el Jr. Jauja en los Barrios Altos, cerca a la iglesia de Santa Clara, donde al costado existía una fabrica de colchones.
En esta calle vivía un señor viudo, con su hija soltera de aproximadamente 28 años; ella casi nunca salia por temor a su padre. Su padre, cuando salia a trabajar todos los días, cerraba la puerta de su casa con dos candados, quedando como única distracción para ella una ventana alta donde se subía por un banco para mirar la calle. Una vecina del lugar, contó al padre de la chica la amistad que tenia con un muchacho a través de la ventana. Este sospechando lo que le habían dicho, llego un día temprano (normalmente venia de noche) y se encontró con el muchacho conversando con su hija por la ventana, subido a una escalera. Inmediatamente lo hace bajar y le pide que entre a su casa donde tuvieron una larga conversación, en ella el muchacho le comenta al padre que tenían varios meses frecuentándose por la ventana y que estaba enamorado de ella y que por ese motivo le pide para casarse como corresponde.
El padre, al escucharlo lo bota a patadas quedando la niña asustada y triste. Así pasaron los meses. ella seguía sacando su mano pensando en su amigo. Un día el padre, al ver a su hija desalentada y sin ganas de comer, le empieza a gritar contestándole ella todo lo que había reprimido su corazón, el muy enojado la golpea cayéndose al suelo la hija y quedando inconsciente. la lleva de emergencia al hospital a donde llego cadáver. Este incidente histórico esta registrado en la comisaria que antiguamente tenia el nombre de Segunda Comisaria. Cuentan las personas que al pasar por allí de madrugada aparece una mano que los llama por aquella ventana.
El tesoro de Reategui
Don Luis Reategui, afamado abogado barrioaltino, vivió entre 1920 y 1930 en el Jr. Junín, muy cerca de la Plaza Italia. El era poseedor de una gran hacienda cuya extensión limitaba con lo que hoy son el jirón Conchucos, el barrio de Santoyo y alrededores. También era propietario de varias casas y fincas. Ademas de controlar y supervisarlas personalmente, tenia por costumbre todos los domingos cumplir con ese cometido muy elegantemente vestido, de acuerdo a las costumbres de la época y haciendo gala de la fortuna que poseía. Así se le veía por restaurantes y tabernas, lugares donde disfrutaba en compañía de amigos y hermosas mujeres.
Pasado el tiempo y de acuerdo a su costumbre habitual, una de las tardes domingueras llego hasta su casa un tanto extenuado por el trajín y se recostó en el diván de su sala. Se quedo dormido y en medio de su placentero sueño tuvo una visión nefasta que lo despertó de inmediato. En esa pesadilla, el se vio mendigando una ayuda a las personas que había socorrido a manos llenas, pero en su sueño estos le daban la espalda y lo ignoraban. Este sueño lo afecto mucho, se le notaba abatido y contrariado, las siguientes noches fueron de insomnio y delirio, perdió el apetito y se enfermo psicologicamente. Decidió no salir mas de su casa, todas los inquilinos y personas que le debían, tenían que ir hasta donde el, y el por supuesto, guardaba celosamente el dinero en paredes y debajo del piso y cubierto con alfombras. Al cabo de un tiempo, convirtiéndose en un decrepito personaje al borde de la locura, la gente empezó a alejarse e incumplir con los pagos.
Los amigos se alejaron en su totalidad y ni las mujeres que un día lo acompañaron supieron darle consuelo. De esto se aprovecho una gavilla de ladrones, quienes decidieron ingresar a su residencia, pero al irrumpir en el interior se llevaron una mayúscula sorpresa, el señor Reategui yacía muerto en el suelo cubierto por fajos de billetes. Aun así decidieron llevarse el cuantioso dinero. Avisada la policía encontró el cuerpo inerte en medio de un desparrame de billetes y monedas. Se dice que gran parte de sus bienes paso a la Beneficencia Publica de Lima.
Para la creencia popular, el espíritu de don Luis Reategui sigue vagando elegantemente vestido por los alrededores de los que fueron sus predios en busca de los deudores y tramposos.
Los esqueletos hallados
En una de las quintas del
Jr. Huanuco en los Barrios Altos, un grupo de personas siempre notaba
que ocurría algo extraño en cierto lugar de esa casa. Oían ruidos extraños, como
si fueran niños corriendo por todas partes. Estos incidentes ocurrieron mucho
tiempo, de tal manera que una de esas personas no pudo soportar esto
y decidió irse fuera de la casa.
Esta persona viajó en busca de una solución para el problema que ocurría en su casa, y al pedirle consejo a una serie de personas, una mujer de avanzada edad le sugirió que fuera a ver un brujo. Regreso a su casa en la quinta con el brujo, y este al hacer una sesión con las personas que sentían estos ruidos, al llegar a la cocina de esta casa, sintió una fuerza negativa y dijo que cavaran en ese lugar. Las personas cavaron y con mucho asombro, iban encontrando esqueletos pequeños y al parecer de niños.
Todos los esqueletos presentaban algo en común: tenia el cráneo totalmente destrozado y las costillas deformadas. En total encontraron mas de diez esqueletos. Al pasar unos días, los vecinos de la quinta decidieron traer un sacerdote y hacer una misa en el lugar. Después el sacerdote se llevo los esqueletos y los hizo enterrar poniéndoles un nombre a cada uno; están enterrados en el cementerio Presbítero Maestro.
El Fantasma
Esta historia ocurrió en Barranco, en una casona en las esquinas de Davalos con Luna Pizarro. Una noche de verano, en la parte mas alta del caserón se apareció un fantasma, era blanco y sinuoso. Ante su insólita presencia, las viejas se santiguaron, algunos niños lloraron y no falto la muchacha que se desmayo. Era como cincuenta personas testigos de la espectral aparición, que pronto se convirtieron en cien, sumándose los moradores de las calles aledañas, pues la noticia corrió rápidamente. El fantasma continuaba allí, en lo alto de la casona, con sus brazos flameantes señalando hacia Lima. Era algo para verlo y no creerlo. Nadie atinaba a alguna reacción, solo un murmullo se oía entre los circunstanciales espectadores; solo un mataperro, aprovechando que tenia honda, se atrevió a lanzarle una piedra, pero esta a la vista de las personas pareció atravesar la figura fantasmal.
Había ya pasado quince minutos que el fantasma seguía allí y la multitud era crecida, habría ya trescientas personas, la calle lucia repleta. Pasado un rato la gente cobro animo y empezó a gritarle maldiciones, pero el fantasma ni se inmutaba, solo hacia extraños movimientos con sus brazos, que la gente interpretaba como el aviso de pestes o de alguna desgracia para la capital. Pero pasados otros quince minutos, el fantasma empezó a retroceder, hizo un ultimo movimiento con sus flameantes extremidades y desapareció. La gente continuaba reunida allí, consternada por lo que había visto y esperando quizá otra fantasmal aparición, pero esta no sucedió. Entonces empezaron a retornar a sus domicilios.
Recién el día siguiente se conoció la pura verdad. Mientras el fantasma señalaba al norte, osea a Lima, unos ladrones habían limpiado las casas de la calle Manuel Segura que quedaba precisamente, al sur. Evidentemente, unos hábiles ladrones habían jugado con las creencias y supersticiones de la gente para dar un golpe perfecto.
Estas son solo algunas de las historias que nos guarda nuestra Lima la única, narrar todas servirían para hacer un libro de paginas inacabables. Cada quien saque sus conclusiones.
Esta persona viajó en busca de una solución para el problema que ocurría en su casa, y al pedirle consejo a una serie de personas, una mujer de avanzada edad le sugirió que fuera a ver un brujo. Regreso a su casa en la quinta con el brujo, y este al hacer una sesión con las personas que sentían estos ruidos, al llegar a la cocina de esta casa, sintió una fuerza negativa y dijo que cavaran en ese lugar. Las personas cavaron y con mucho asombro, iban encontrando esqueletos pequeños y al parecer de niños.
Todos los esqueletos presentaban algo en común: tenia el cráneo totalmente destrozado y las costillas deformadas. En total encontraron mas de diez esqueletos. Al pasar unos días, los vecinos de la quinta decidieron traer un sacerdote y hacer una misa en el lugar. Después el sacerdote se llevo los esqueletos y los hizo enterrar poniéndoles un nombre a cada uno; están enterrados en el cementerio Presbítero Maestro.
El Fantasma
Esta historia ocurrió en Barranco, en una casona en las esquinas de Davalos con Luna Pizarro. Una noche de verano, en la parte mas alta del caserón se apareció un fantasma, era blanco y sinuoso. Ante su insólita presencia, las viejas se santiguaron, algunos niños lloraron y no falto la muchacha que se desmayo. Era como cincuenta personas testigos de la espectral aparición, que pronto se convirtieron en cien, sumándose los moradores de las calles aledañas, pues la noticia corrió rápidamente. El fantasma continuaba allí, en lo alto de la casona, con sus brazos flameantes señalando hacia Lima. Era algo para verlo y no creerlo. Nadie atinaba a alguna reacción, solo un murmullo se oía entre los circunstanciales espectadores; solo un mataperro, aprovechando que tenia honda, se atrevió a lanzarle una piedra, pero esta a la vista de las personas pareció atravesar la figura fantasmal.
Había ya pasado quince minutos que el fantasma seguía allí y la multitud era crecida, habría ya trescientas personas, la calle lucia repleta. Pasado un rato la gente cobro animo y empezó a gritarle maldiciones, pero el fantasma ni se inmutaba, solo hacia extraños movimientos con sus brazos, que la gente interpretaba como el aviso de pestes o de alguna desgracia para la capital. Pero pasados otros quince minutos, el fantasma empezó a retroceder, hizo un ultimo movimiento con sus flameantes extremidades y desapareció. La gente continuaba reunida allí, consternada por lo que había visto y esperando quizá otra fantasmal aparición, pero esta no sucedió. Entonces empezaron a retornar a sus domicilios.
Recién el día siguiente se conoció la pura verdad. Mientras el fantasma señalaba al norte, osea a Lima, unos ladrones habían limpiado las casas de la calle Manuel Segura que quedaba precisamente, al sur. Evidentemente, unos hábiles ladrones habían jugado con las creencias y supersticiones de la gente para dar un golpe perfecto.
Estas son solo algunas de las historias que nos guarda nuestra Lima la única, narrar todas servirían para hacer un libro de paginas inacabables. Cada quien saque sus conclusiones.
Fuentes:
Jose Antonio del Busto, Barranco
Municipalidad de Lima, Barrios Altos: Tradiciones Orales
Ricardo Palma, Tradiciones Peruanas
ORIGEN:http://limalaunica.blogspot.com/search/label/curiosidades?updated-max=2011-01-08T23:20:00-05:00&max-results=20
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