En las inmediaciones de la Reserva Nacional de Paracas, a 240 Km. al sur de Lima (Perú), se encuentra el puerto de El Chaco, lugar donde zarpan las barcazas para visitar las islas Ballestas. Durante el recorrido se observa sobre un alto acantilado de la costa en el área de la Bahía de Pisco, el famoso Candelabro, conocido también como Tridente o Tres Cruces, un geoglifo de más de 177 m. de largo y 54 m. de ancho (en su base aparece un rectángulo de 20 por 14 m. donde hay un gran socavón central) con una profundidad en la arena que fluctúa entre los 10 y 60 cm. en la actualidad, pues el viento a cubierto de arena lo que anteriormente se cree que eran surcos con una profundidad próxima a un metro y en cuyo lecho más profundo se ha descubierto una costra blanco-amarillenta de composición cristalina, que nos hace suponer que en el pasado el candelabro brillaba con los reflejos del Sol sobre su superficie, siendo aún mucho más definido y visible en la distancia.
Se le relaciona con las líneas de Nazca a pesar de que su orientación no señala en esta dirección ni a otros lugares “sagrados” como algunos han dicho erróneamente. También se asocia con trabajos de cosecha o con acciones de piratas como prueba de su paso por estas tierras, aunque tampoco se descarta que sea un símbolo realizado a principios del siglo XIX cuyo propósito inicial fue el de orientar a navegantes y pescadores. Otros identifican su forma con la del “peyote”, una variedad de cactus del que se extrae por parte de los indígenas un potente alucinógeno usado en sus rituales mágicos. Y hablan también de la representación de una constelación: la Cruz del Sur. Pero lo único verdaderamente cierto es que se desconoce con certeza cuales fueron sus orígenes, tanto en lo que respecta a sus constructores, fechas, y por supuesto, su significado y utilidad.
Pero si hay algo que no pasa inadvertido para nadie es que, tanto su estratégica situación como sus enormes proporciones indican una clara intención por parte de sus realizadores para que fuese visto desde grandes distancias (con tiempo despejado es perfectamente visible a 20 km. de la costa), destacando especialmente su contemplación desde el mar, pero sobre todo desde el aire. En toda el área de Paracas, se han registrado al menos 106 emplazamientos arqueológicos, la mayoría dentro de la Reserva Nacional, que correspondes a diferentes etapas de antiguos pueblos prehispánicos que se remontan aproximadamente a unos 9.000 años. Entre 1.955 y 1.962 el arqueólogo suizo F. Engel realizó distintas excavaciones en la Bahía de Paracas, encontrando los restos humanos más antiguos de toda el área en la zona conocida como Pampa de Santo Domingo, que cifró en torno al año 7.000 a. C.
A mediados de los años 20 del pasado siglo XX, el Dr. Julio C. Tello descubrió la “Cultura Paracas”, encontrando distintas evidencias en sectores como Cerro Colorado, Wari Kayan, Cabezas Largas y La Puntilla, registrando varios centenares de fardos funerarios que determinaron dos periodos en el desarrollo de esta cultura, “Paracas Cavernas” y “Paracas Necrópolis”. Destacan muy especialmente las piezas textiles muy ricas en colores y en diseños que envolvían las momias humanas contenidas en estos fardos. Esta cultura poseía amplios conocimientos médicos, y así ha quedado demostrado por la presencia de numeroso instrumental quirúrgico y envases de cerámica conteniendo distintos productos anestésicos y desinfectantes, que eran empleados por los “Hampa Camayoc” (médicos) en sus exitosas trepanaciones de cráneo. Así casi el 40% de los cadáveres encontrados en Cerro Colorado presentaban huellas de estas operaciones.
Un parrafo del investigador suizo Erich von Däniken de su libro Regreso a las Estrellas que creemos muy importante tener en cuenta antes de formarnos un juicio sobre el Candelabro de Paracas:
"......Algunos arqueólogos opinan que el -candelabro- de la pared rocosa de la bahía de Pisco sería una señal costera para ayuda a la navegación de cabotaje. A esta tesis se opone el hecho de que el -candelabro- se encuentra en una bahía y de que, por tanto, no puede ser visto desde cualquier parte por las naves que pasen cerca de la costa. Tampoco concuerda con esta hipótesis la consideración de que una señal de estas medidas habría sido desmesuradamente grande para la navegación marítima, aparte que es muy dudosa la existencia de este tipo de navegación en épocas muy primitivas. Pero, sobre todo, tenemos el hecho de que los constructores de este -candelabro-, lo dispusieron mirando hacia el cielo. Por otra parte, aún se ha de aclarar por qué no se utilizaron como puntos de señalización para la navegación marítima las dos islas que se encuentran en el mar abierto, siguiendo la prolongación del brazo central del -candelabro-, si es que en realidad se pretendía que éste sirviera como señal. En estas islas había puntos de orientación naturales que podían verse desde cualquier lado. Así, pues, ¿por qué se iba a construir una marca que no podía ser vista en absoluto por las embarcaciones que llegaran tanto del Norte como del Sur? ¿Y por qué crear una señal de navegación que mira hacia el cielo? Además, aparte un desierto de arena, no hay allí nada, absolutamente nada, que pueda atraer a un marino, y, por otra parte, la escasa profundidad de las aguas debió impedir también, ya en épocas primitivas, que las naves se acercaran a la costa......".
Se le relaciona con las líneas de Nazca a pesar de que su orientación no señala en esta dirección ni a otros lugares “sagrados” como algunos han dicho erróneamente. También se asocia con trabajos de cosecha o con acciones de piratas como prueba de su paso por estas tierras, aunque tampoco se descarta que sea un símbolo realizado a principios del siglo XIX cuyo propósito inicial fue el de orientar a navegantes y pescadores. Otros identifican su forma con la del “peyote”, una variedad de cactus del que se extrae por parte de los indígenas un potente alucinógeno usado en sus rituales mágicos. Y hablan también de la representación de una constelación: la Cruz del Sur. Pero lo único verdaderamente cierto es que se desconoce con certeza cuales fueron sus orígenes, tanto en lo que respecta a sus constructores, fechas, y por supuesto, su significado y utilidad.
Pero si hay algo que no pasa inadvertido para nadie es que, tanto su estratégica situación como sus enormes proporciones indican una clara intención por parte de sus realizadores para que fuese visto desde grandes distancias (con tiempo despejado es perfectamente visible a 20 km. de la costa), destacando especialmente su contemplación desde el mar, pero sobre todo desde el aire. En toda el área de Paracas, se han registrado al menos 106 emplazamientos arqueológicos, la mayoría dentro de la Reserva Nacional, que correspondes a diferentes etapas de antiguos pueblos prehispánicos que se remontan aproximadamente a unos 9.000 años. Entre 1.955 y 1.962 el arqueólogo suizo F. Engel realizó distintas excavaciones en la Bahía de Paracas, encontrando los restos humanos más antiguos de toda el área en la zona conocida como Pampa de Santo Domingo, que cifró en torno al año 7.000 a. C.
A mediados de los años 20 del pasado siglo XX, el Dr. Julio C. Tello descubrió la “Cultura Paracas”, encontrando distintas evidencias en sectores como Cerro Colorado, Wari Kayan, Cabezas Largas y La Puntilla, registrando varios centenares de fardos funerarios que determinaron dos periodos en el desarrollo de esta cultura, “Paracas Cavernas” y “Paracas Necrópolis”. Destacan muy especialmente las piezas textiles muy ricas en colores y en diseños que envolvían las momias humanas contenidas en estos fardos. Esta cultura poseía amplios conocimientos médicos, y así ha quedado demostrado por la presencia de numeroso instrumental quirúrgico y envases de cerámica conteniendo distintos productos anestésicos y desinfectantes, que eran empleados por los “Hampa Camayoc” (médicos) en sus exitosas trepanaciones de cráneo. Así casi el 40% de los cadáveres encontrados en Cerro Colorado presentaban huellas de estas operaciones.
Un parrafo del investigador suizo Erich von Däniken de su libro Regreso a las Estrellas que creemos muy importante tener en cuenta antes de formarnos un juicio sobre el Candelabro de Paracas:
"......Algunos arqueólogos opinan que el -candelabro- de la pared rocosa de la bahía de Pisco sería una señal costera para ayuda a la navegación de cabotaje. A esta tesis se opone el hecho de que el -candelabro- se encuentra en una bahía y de que, por tanto, no puede ser visto desde cualquier parte por las naves que pasen cerca de la costa. Tampoco concuerda con esta hipótesis la consideración de que una señal de estas medidas habría sido desmesuradamente grande para la navegación marítima, aparte que es muy dudosa la existencia de este tipo de navegación en épocas muy primitivas. Pero, sobre todo, tenemos el hecho de que los constructores de este -candelabro-, lo dispusieron mirando hacia el cielo. Por otra parte, aún se ha de aclarar por qué no se utilizaron como puntos de señalización para la navegación marítima las dos islas que se encuentran en el mar abierto, siguiendo la prolongación del brazo central del -candelabro-, si es que en realidad se pretendía que éste sirviera como señal. En estas islas había puntos de orientación naturales que podían verse desde cualquier lado. Así, pues, ¿por qué se iba a construir una marca que no podía ser vista en absoluto por las embarcaciones que llegaran tanto del Norte como del Sur? ¿Y por qué crear una señal de navegación que mira hacia el cielo? Además, aparte un desierto de arena, no hay allí nada, absolutamente nada, que pueda atraer a un marino, y, por otra parte, la escasa profundidad de las aguas debió impedir también, ya en épocas primitivas, que las naves se acercaran a la costa......".
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