El misterio del trinar de las pirámides Mayas es descodificado.
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Nico Declercq de la
Universidad de Ghent y sus colegas han demostrado como las ondas de
sonido rebotando alrededor de las hileras de escalones de la pirámide El
Castillo, en las ruinas Mayas de Chichén Itzá cerca de Cancún en
México, crean sonidos que representan la mímica del trino de un pájaro y
el golpeteo de las gotas de la lluvia.
El efecto de la llamada
del pájaro, que se asemeja al gorjeo del ave mexicana, el quetzal, - un
animal sagrado dentro de la cultura Maya – fue reconocido por primera
vez por el ingeniero en acústica establecido en California, David Lubman
en 1998. El ‘gorjeo’ puede hacerse sonar mediante una palmada que se
produzca en la base de las escaleras.
Declercq quedó
impresionado cuando escuchó por primera vez este eco por sí mismo en una
conferencia sobre acústica en Cancún en el 2002. Después de la
conferencia, él, Lubman y otros asistentes realizaron un viaje a Chichén
Itzá para experimentar por sí mismos el ‘gorjeo’ en El Castillo.
"Realmente suena como un pájaro", dice Declercq.
¿Pero sabían los
arquitectos de las pirámides qué es lo que estaban haciendo? Los
cálculos de Declercq muestran que aunque hay evidencia que la pirámide
fue construida para producir sonidos sorprendentes, probablemente jamás
pudieron predecir con exactitud a qué sonidos iban a asemejarse.
Declercq se pregunta si
fue más bien esto ultimo y no lo del llamado del quetzal lo que pudo
haber sido la intención del diseño acústico de El Castillo. "Puede que
no sea una coincidencia", dice – el dios de la lluvia jugaba un papel
muy importante en la cultura Maya.
Pero quizás todas estas interpretaciones no están basadas en hechos.
El equipo de Declercq ha
demostrado que la altura y el espacio entre los escalones de la
pirámide crean un filtro acústico que enfatiza algunas frecuencias de
sonido mientras que suprime otras. Pero unos cálculos más detallados de
la acústica nos muestran que el eco también se ve influenciado por otros
factores más complejos como puede ser la mezcla de frecuencias de la
fuente del sonido.
Entonces, al final,
será virtualmente imposible probar que cualquier efecto de eco
específico es intencional. "O lo cree o no lo cree", dice Declercq.
El mismo no se muestra escéptico de la teoría del quetzal – en lo más
mínimo, pues ahora él ha escuchado efectos similares producidos por
escaleras en otros sitios religiosos. En Kataragama en Sri Lanka, por
ejemplo, una palmada dada en una escalera que conduce hacia el río Menik
Ganga produce un eco en respuesta que se asemeja al "cuac" de los
patos.
fuente/ La Flecha
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