Se trata de estructuras con forma tubular que surgen cuando un rayo impacta sobre la arena de una playa o un desierto, aunque también puede ocurrir en rocas silíceas. Al contacto con el suelo, el pulso electromagnético aumenta la temperatura de la arena hasta fundirla (puede superar los 1.800 ºC).
La descarga de electricidad es capaz de penetrar más de un metro en profundidad y, como si se tratara de hilo conductor, derretir los granos de arena a su alrededor dejando finos cilindros huecos de entre 2 y 50 mm de diámetro. También pueden encontrarse tubos retorcidos, ramificados y unidos formando estructuras más grandes o como parte de rocas.
El interior de las fulguritas suele ser liso, pero a veces tiene diminutas burbujas, y el exterior está recubierto por los granos de arena que no han llegado a fundirse por efecto del calor. El material resultante de la licuación y posterior solidificación de las partículas de arena o areniscas es sílice vitrificada o lechatelierita. Suele ser oscura, pero también aparecen tonos bronce, verde y blanco.Su aspecto se parece al de una pequeña raíz o tallo estrecho, pero resultan más ásperas al tacto.
Los científicos pueden producir sílice vitrificada en un laboratorio, sin embargo, hallarlas en la naturaleza no es sencillo. Pueden encontrarse en desiertos como el del Sáhara, pero son poco frecuentes por lo raro del fenómeno que las origina. Su nombre proviene de fulgur, ‘rayo’ en latín, y se les llama también con el nombre de rayo petrificado. En Nueva Jersey se recogió una de las más grandes conocidas, de 2,74 metros.
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